Esta frase, cargada de alto valor ético y para algunos religioso, es también una orden contundente e inquietante a la vez, porque nos enfrenta a los hombres, seres curiosos y ávidos de conocimiento como somos, a la evidencia de la necesidad de conocernos, comprendernos y aceptarnos a nosotros mismos; con frecuencia también nos enfrenta a la evidencia de la carencia de ese autoconocimiento y consciencia de lo propio y personal. Una vez más son los griegos antiguos, que desarrollaron el conocimiento racional de la naturaleza, los que también centraron su reflexión en el hombre y por tanto en ellos mismos en cuanto tales. Pausanias, el célebre turista del siglo II de Cristo, en su “ Descripción de Grecia ”, en el Libro X dedicado a la Fócida, en el capítulo 24, párrafos 1-2, nos dice que en el patio del templo de Apolo en Delfos, había inscritas (Plinio dice que con letras de oro) frases de utilidad para la vida de los hombres, que están en la boca de todos los griegos, (Εν
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