🌿Una nota sobre la autoría de un texto que ha tocado muchos corazones
Seguramente has leído —y quizás compartido— ese hermoso texto que circula por internet con el título “Dios según Spinoza” y que ha resonado en miles de almas por su ternura, su claridad y por esa invitación amorosa a soltar la culpa, el temor y los dogmas para simplemente vivir.
“Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho. Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti, o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo.
Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso? Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que solo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno. No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?… Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme. Deja de complicarte las cosas y de repetir como un loro lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti”.
Pero… ¿realmente fue escrito por Baruch Spinoza?
La respuesta es: no.
Este texto no aparece en ninguno de los escritos del filósofo neerlandés del siglo XVII. No forma parte de su obra central Ética demostrada según el orden geométrico, ni de sus cartas, ni de sus tratados políticos y teológicos. Tampoco existe una fuente histórica confiable que lo vincule a él.
Entonces, ¿por qué se le atribuye?
Aunque no fue escrito por Spinoza, el texto evoca poderosamente el espíritu de su pensamiento:
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Spinoza concebía a Dios como la totalidad de la naturaleza, no como una figura separada, vengativa o antropomorfa.
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Afirmaba que la vida no es una prueba ni un castigo, sino una expresión de la divinidad misma.
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Y proponía una ética de la libertad, donde conocer la realidad y a uno mismo era el camino hacia la alegría verdadera.
Por eso, este texto moderno —aunque no sea de su puño y letra— ha sido una interpretación poética y popular de lo que podría ser la voz de un Dios no religioso, sino inmanente y amoroso, en sintonía con las ideas del filósofo.
¿Qué valor tiene, entonces?
El valor del texto no depende de su autoría, sino del eco que despierta en nuestro corazón. Y en ese sentido, puede ser una joya espiritual que nos recuerda algo esencial:
Que Dios no está afuera, sino dentro.
Que no hay que temerle, sino sentirle.
Que vivir con gozo, cuidado y consciencia es la más bella forma de oración.
Por respeto a la historia, al pensamiento filosófico y a quienes están en búsqueda, es importante aclarar que este texto es anónimo o, en todo caso, una creación contemporánea inspirada en Spinoza. Así lo compartimos aquí, no como una cita literal, sino como un homenaje a esa visión del mundo donde lo divino se revela en lo cotidiano.
✨ Si tú también has sentido que Dios te habla en un amanecer, en un abrazo, en la risa de una niña o en el canto del mar... entonces quizá no importa tanto quién escribió las palabras, sino quién las encarna.
¿Y tú? ¿Dónde sientes a Dios?
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